viernes, agosto 19, 2005

Años Oscuros (0)

Había partido de Londres dejando poco más que impresiones variadas, un anillo de compromiso en el dedo de una joven, un libro escrito a mano oculto en una estación de correos y una promesa.

La promesa de regresar vivo de su búsqueda.

Mientras los gruñidos del bus lo llevaban del aeropuerto de Bombay al centro de la cuidad y pastores con vacas caminaban con obsecuencia a la vera del camino, recordó a la red de elegidos por otros a los que se había sumado, todos con la misma misión: cambiar el mundo, aunque no sabían realmente que naturaleza ni intención tendría el cambio a venir.

Y la extraña búsqueda que habían iniciado, de dos direcciones totalmente opuestas al mismo tiempo: la tumba de Caleb y el rastro de los herederos de Hassan Sabbah.

Uno de ellos -probablemente el más temible- Kahled, estaría en un hotel de la ciudad, esperando el momento correcto para aparecer (“nunca antes y nunca después,” había dicho tras el desastre de Berlín) no sin cierto resquemor o sentimiento de anticipación, aunque Chandra aun no podía dilucidar a que se debía tan tremenda seguridad.

El Bus se detuvo, y los pasajeros, sin premura alguna, comenzaron a desalojarlo. Antes de pararse, miró alrededor, como los meses de entrenamiento en Siberia con Ivanov le habían enseñado, llevando una costumbre a casi el mismo nivel que un reflejo condicionado.

No había ningún peligro, auque una presencia conocida se notaba en el aire.

Cogió sus cosas y bajó, eludiendo en la medida de lo posible, a la miriada de vendedores y mendigos que se arremolinaban ante él, así como ante todos los demás turistas.

La presencia tomó forma y consistencia frente a él, alejando a todos los que lo habían seguio.

"Llegas tarde." dijo
"¿Qué tan tarde?" respondió chandra
"Tan tarde como justo a tiempo. Ven, tenemos cosas que decidir." dijo Kahled, señalando el camino hacia una calle lateral.