lunes, noviembre 14, 2005

Años Oscuros (2)

Lo cierto era que, después de todo, algunas cosas debían cambiar para mejor.

En la oscuridad de la habitación, apenas podía oir la respiración algo agitada de ella, la calle estaba tan silenciosa como un cadaver.

"Demasiado sospechoso." Pensó.

Se levantó de la cama,tratando de recordar donde había dejado el arma. Nunca, en seis años de correrías por el mundo había tenido necesidad de ello, el arma, su defensa contra el mundo, su garantía de seguridad.

Y no recordaba donde estaba.

En cuestión de segundos su mente volvió a los instantes en que, en la sala de su departamento, Irina revelaba en él todo lo que se había esforzado tanto en ocultar en esos años, recordaba el brillo gélido de sus ojos azules mirándolo un segundo antes de ceder a las tentaciones de la pasión.

-Debajo del sofá.

Segundos después, halló lo que buscaba, la PYa estaba caída, con el seguro puesto sobre un reborde del sofá ¿Cuándo había puesto el seguro y la había escondido? a menos que...

No.

Estás poniéndo tu pellejo en peligro, muchacho.

Irina seguía durmiendo plácidamente, su cabeza inclinada, como buscando un hombro en que apoyarla, ¿había sido así siempre? ¿por qué ella? ¿por qué en ese preciso momento? no le gustaba admitir lo que estaba a punto de decir.

-Me estoy ablandando.

Siempre, después de terminar enredado con una mujer como ahora, había tenido el deseo, la urgencia, de vestirse y salir, vagar por la calle, no pensar en nada salvo en lo que había por hacer, todo tan fácil. Pero no sabía porque, no quería irse, no quería dejar de mirarla respirar.

Recogió sus ropas desperdigadas por el piso y se vistió, el amanecer estaba cerca.

Cogió una silla de la sala del departamento y la llevó a la haitación, Irina no daba señal alguna de estar fingiendo dormir.

Se sentó, mirando su desordenada cabellera esparcirse mientras giraba a uno y otro lado, buscando calor, mientras su lento y calmo respirar hincha su pecho levemente, Chandra sólo observa, anonadado, el extraño giro de los acontecimientos.

No quiere irse.
No quiere dejarlo atrás, olvidarlo y pensar en aquel hecho como un incidente más, algo que lo aparta de su misión, de su ineludible destino. algo ha cambiado.

Ella se revuelve en la cama, despierta y con ojos brillantes de azul lo mira, sonriendo.

-Bienvenida.