lunes, febrero 05, 2007

Fragmento de un manuscrito hallado en la tumba del Rabí Caleb

Tal vez ha sido demasiado tiempo.

Tal vez.

Tal vez he estado escribiendo estas líneas por demasiado tiempo, sin ningún motivo aparente, sólo esperando que encajen en un plan mayor que yo, el cual nunca podré ver.

Pero sé que no es así.

Nunca ha sido tan cierto como ahora, nunca antes un camino tan claro, nunca antes la realidad ha sido tan explícita, nunca antes.

Sin embargo, retrocedo a épocas lejanas donde el mundo era un lugar peligroso y vacío, y a los días de noches cerradas, huyendo del látigo y el hacha del verdugo, de los días de gloria, de lujos y cortesanas y valses y bacanales y sordidez. Esos eran días, eso era vida, nada como ahora, sin embargo ahora es mejor.

"Para quien no está, el mundo, junto con todo lo que ocurra con el es mera fantasía, nada sino el vacío, el mismo vacío que esperara al momento siguiente de tu muerte."

Las palabras emergen a la memoria, esta memoria ajena. No soy sino un interprete de algo más alto que yo. Este mundo, mi casa, el lugar propio para el solaz deseado.

Dormiré el sueño del justo, ya que ni mi propio remordimiento puede prevalecer ante la trascendencia de mis acciones.

Un día, un hombre que se creía sabio osó intentar darme una lección: "El odio jamás es buen consejero, debes apartarte siempre de su vía fatal" osaba afirmar. Pero los inviernos pasaron, y fue olvidado, del todo, yo me encargué de que así pasara.

Y continué.

¡Tontos hombres estos! Pertenecen al Reino y, sin embargo, son tan pueriles, siempre perdidos en sus pequeñeces y desidias, tan monumentales como la misma naturaleza a la cual niegan para no enfrentar la gran pregunta, que yo me he hecho y respondido ya un millón de veces.

No soy nadie. Quizás un servidor más del que no puedo entender, y no existe y no hace ninguna diferencia. Trashumo la niebla de los tiempos, nadie me conoce, nadie lo hará; nadie debe hacerlo, sólo sé el camino, no adonde me lleva.

¡Y el camino está tan claro hoy! Parece el cielo en la Tierra, pero no, porque no es mi destino.

Yo nunca veré el cielo.